¿Ya no te acuerdas de la mujer qué fui yo? Es esta misma que en la cara te esta hablando. No reconoces ni siquiera ya mi voz, y ahora me miras como si fuera un extraña. Parece ser que todo ya se te olvido, que las promesas que salieron de tus labios se derritieron como hielo bajo el sol. Y se apago ese resplandor de aquella noche de verano. Más yo si me enamore, por eso no te olvide. Y aunque ahora tu me niegues los besos de tus labios, me muero por besarlos. No digas que fue un error jurarnos eterno amor, si en mis brazos tu temblabas suplicando a puro grito: ¡no me dejes por favor!
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